Como Cristianas muchas veces ponemos tanta atención al corazón y a nuestro espíritu que nos olvidamos que nuestra apariencia es igual de importante que nuestro corazón... Por algo nuestro cuerpo es el Templo del Espíritu Santo.
Sabemos que en nuestra posición de liderazgo e influencia como hijas de Dios, el cómo nos vemos es importante pero tendemos a quitar presión pensando en que "Dios sólo ve el corazón."
En 1 Samuel 16:7 dice la Biblia: "No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón."
Entonces, aunque Dios ve nuestro corazón...
La gente sigue juzgando por las apariencias.
Es nuestra naturaleza humana.
La posición que quieres alcanzar, los clientes que quieres atraer, las metas que quieres lograr...
Si hay personas involucradas en el proceso de que llegues ahí, entonces, también juzgarán tu apariencia y para eso necesitas, UNA IMAGEN PODEROSA,
que proyecte exactamente quién eres tú, en esencia.
¿O tú nunca has juzgado un libro por su portada?
Honestamente, yo sí.
Y no sólo para nuestras metas personales o laborales necesitamos tener una imagen poderosa, también es necesaria para compartir de Jesús...
Si no somos atractivos (de una forma correcta) para la gente,
¿cómo podremos decir que la vida con Jesús es mejor?
Especialmente si nuestra apariencia no conecta con nuestra esencia.